Con el fin de asegurar que toda nuestra comunidad se sienta segura y en igualdad de condiciones, el programa para el Apoyo en la Inclusión a Estudiantes ha podido atender a un total de 45 alumnos con discapacidad al cierre del semestre 2021-1. Conoce en esta nota el trabajo y los desafíos que quedan para lograr una educación inclusiva.
De acuerdo al último censo nacional, 3.209.261 personas tienen algún tipo de discapacidad. La OMS define a este grupo como aquellos que “tienen deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, en interacción con diversas barreras, pueden obstaculizar su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás”. Más del 10% de nuestra población se encuentra en dicha situación.
Aunque fue en el 2012 cuando se promulgó la Ley General de la Persona con Discapacidad en nuestro país para garantizar un óptimo desarrollo social, cultural, económico y tecnológico de esta población, la data más reciente sigue siendo preocupante casi diez años después. Según un informe de la Defensoría del Pueblo a finales del 2019, de un total de 779 instituciones educativas, solamente el 0,7% de los colegios son accesibles.
Además, este mismo reporte reveló que apenas el 11,96% de la población con discapacidad accedió al sistema educativo, y que el 95% de las escuelas supervisadas no recibieron material didáctico inclusivo. Respecto a la orientación docente, el 60% de las direcciones regionales y locales manifestaron que la ausencia de un programa de capacitación sobre discapacidad para profesores limita la implementación de políticas de educación inclusiva.
En lo que concierne a la educación superior, el Minedu reportó en el 2017 que de 117 universidades evaluadas, únicamente el 19% de ellas contaban con procedimientos para la adaptación curricular, metodológica, de materiales y de evaluación. Asimismo, solamente el 16% brindaban una inducción y/o capacitación docente para la atención de alumnos con alguna discapacidad, y ninguna de ellas era una institución nacional (19 privadas).
A fines del 2019, entró oficialmente en vigencia el programa para el Apoyo en la Inclusión a Estudiantes (PAIE) de la DAES (Dirección de Asuntos Estudiantiles), el cual coordina con las facultades y otras unidades académicas y administrativas de la universidad los ajustes razonables para garantizar a cada estudiante con discapacidad el goce o ejercicio de sus actividades académicas en igualdad de condiciones que todos sus compañeros.
Este programa es integral, pues no pretende incluir únicamente al grupo de alumnos con discapacidad: trabaja también en conjunto con el personal docente y administrativo, así como con toda la comunidad estudiantil. A su vez, el PAIE vela por brindar recursos para desarrollar clases accesibles e inclusivas en las facultades, así como viene trabajando un diagnóstico para que el campus universitario cumpla con todas estas condiciones.
Alonso Cubas, coordinador del programa, enfatiza la necesidad de unir esfuerzos entre todas las partes: “Este es un trabajo que se tiene que hacer en comunidad, en sociedad. Es importante que todas y todos estemos involucrados en el desarrollo mismo. Quizá no viendo el tema día a día, pero sí con el conocimiento o el interés de aprender por lo menos lo básico que significa que una persona que tenga discapacidad”, sostiene.
El programa actualmente cuenta con una base registrada de 70 estudiantes entre pregrado y posgrado, con quienes de forma personalizada se conversa y evalúa la necesidad o no de contar con un servicio tutoría o acompañamiento a lo largo de su carrera, así como la posibilidad de realizar algún ajuste razonable, donde en acuerdo con el propio estudiante y unidad académica, se llevan a cabo adaptaciones necesarias para su óptimo rendimiento.
“Los ajustes razonables son cualquier adaptación a nivel de infraestructura o a nivel académico que alguna persona con discapacidad necesite: pueden ser mayor tiempo en las evaluaciones o en la entrega de actividades, el cambiar un examen oral a un examen escrito o viceversa, o que el alumno dé los exámenes en una sala privada de Zoom, sobre todo en los casos de trastorno de ansiedad o déficit de atención”, explica Cubas.
Alonso recalca que no se trata de dar ventajas a los alumnos con discapacidad, sino que, por el contrario, se está permitiendo que se desenvuelvan en condiciones iguales al resto de sus compañeros. “El caso de ajustes razonables más grande que hemos aplicado en temas presupuestales y en la misma dinámica es el de incorporar un intérprete de lenguas de señas peruanas en la clase de una estudiante sorda”, cuenta el coordinador del PAIE.
Si bien nuestra universidad es la primera en el país que cuenta con un protocolo, resolución y una comisión para una educación inclusiva hacia la población con discapacidad, Cubas es consciente de que todavía hay muchas tareas pendientes interna y externamente. Señala que hay alumnos que todavía no conocen del programa por la poca visibilidad del tema, así como estudiantes que no saben que tienen, por ejemplo, una discapacidad psicosocial.
“Mientras haya personas con discapacidad significa que aún nos falta trabajar en diferentes herramientas que brinden un espacio inclusivo a todas las personas sin diferencia. Sin diferencia no en el sentido en el que todos somos iguales, sino que todas las personas, con sus diferencias, van a poder acceder a lo mismo”, reflexiona Alonso, quien invita a su vez a que seamos capaces de apreciar y celebrar nuestra diversidad, dejando de lado estigmas.
Desde el PAIE se invita a toda la comunidad PUCP a participar e involucrarse en el trabajo por una universidad verdaderamente inclusiva. Capacitaciones para la sensibilización, concientización y conocimiento del tema se ofrecen no solo al personal docente y administrativo, sino también al alumnado mediante sus centros federados. Para cualquier duda o sugerencia, pueden escribir a los correos paie@pucp.edu.pe o acubasl@pucp.pe.