Nuestro egresado de Ingeniería Mecatrónica emprenderá sus estudios de posgrado en la reconocida KTH Royal Institute of Technology de Suecia. Su objetivo es impulsar tecnologías innovadoras para optimizar procesos en sectores como el agrícola y energético.
Desde su natal Huancayo y con apenas 10 años, Cristhian Mallqui Castro soñaba con construir robots como los de las películas “Gigantes de acero”. Participó en talleres locales de robótica durante la secundaria, pero alejado de la capital y con una personalidad introvertida, jamás imaginó que esa pasión lo conduciría a una de las 10 universidades más prestigiosas en Robótica de todo Europa.
Cristhian confiesa que la PUCP no estaba en sus planes iniciales. Su primera opción era quedarse a estudiar en Huancayo. Pero todo cambió cuando su hermana decidió mudarse a Lima para estudiar Derecho en nuestra universidad. “Ella me motivó a salir de mi zona de confort y pensar en grande”, recuerda.
Los primeros ciclos fueron un desafío. Cristhian asistía a clases, cumplía con sus evaluaciones y realizaba trabajos en equipo, pero no participaba en actividades extracurriculares. Esa dinámica cambió radicalmente cuando, en su segundo ciclo, decidió asistir por curiosidad a la convocatoria del Grupo de Robótica PUCP. “Encontré personas con las mismas motivaciones, una comunidad que me inspiraba”, relata.
El Grupo de Robótica PUCP no solo le permitió desarrollar proyectos técnicos, sino también superar su timidez. Comenzó construyendo robots sumo y, en solo meses, ganó su primer torneo interno. Poco después, participó en competencias nacionales y, más adelante, en desafíos internacionales.
Aunque la pandemia apareció como un obstáculo inicial, ya con Cristhian como parte de la mesa directiva del Grupo, decidieron reinventar sus actividades a través de talleres virtuales y mentorías para nuevos integrantes. Ya no eran solamente un grupo dedicado a diseñar robots, sino a construir y compartir conocimiento entre generaciones.
Decididos a seguir innovando, junto a seis compañeros, formaron el equipo Chaska, enfocado en tecnología aeroespacial. Su constancia y trabajo en equipo los llevaron a ganar el primer puesto en el Latin American Space Challenge (LASC) en 2021, y nuevamente en 2023, tanto en la categoría CanSat como en la general de satélites.
La PUCP se convirtió en un espacio donde encontró amistades duraderas, mentoría académica y oportunidades para explorar la robótica desde distintos ángulos. “El profesor Diego Arce, director del Grupo de Robótica PUCP, siempre apoyó nuestras ideas y proyectos. También valoro mucho el acompañamiento del profesor Diego Quiroz, mi asesor de tesis, y del profesor Quino Valverde”, destaca.
Su paso por la universidad le permitió cruzar fronteras de conocimiento. No solo realizó un intercambio académico en la Universidad de Lund (Suecia), sino que también participó en una pasantía en Soft Robotics en la Universidad de Delaware (Estados Unidos). Estas experiencias le impulsaron a compartir su aprendizaje como jefe de práctica en cursos, inicialmente, de Mecatrónica y Biomédica, y luego en Generales Ciencias.
A través de aquellas oportunidades fuera del país y su vínculo de enseñanza en la PUCP, Cristhian a inicios de año supo que estaba preparado para un próximo reto: emprender su maestría. Tras una rigurosa búsqueda, encontró el programa de Sistemas, Control y Robótica del KTH Royal Institute of Technology, uno de los más avanzados en tecnología en Europa. Y que espera aplicar luego en nuestro país.
Para Cristhian, la robótica tiene un enorme potencial de impacto en el Perú. Visualiza aplicaciones en agricultura —automatización de siembra, cosecha e inspección de cultivos— y en sectores industriales como la inspección de gasoductos y oleoductos en zonas de difícil acceso. “La automatización no solo agiliza procesos, también protege la seguridad de los trabajadores”, afirma.
Un paso en esta visión integral de la robótica fue el trabajo en equipo del grupo Chaska, que desarrolló el primer prototipo funcional tipo rover —vehículo aeroespacial— de la universidad. Aunque inicialmente fue planteado para participar en el European Rover Challenge 2025, Cristhian resalta que las aplicaciones y la escalabilidad de este proyecto tienen un enorme potencial en diversas industrias, como la geología y minería.
Mediante esta iniciativa, los integrantes del equipo Chaska —compuesto por estudiantes y egresados— buscan motivar a futuras generaciones de alumnos a sumarse y continuar el desarrollo aeroespacial, ya que se trata de un esfuerzo que requerirá el trabajo de varias promociones y especialidades para alcanzar todo su potencial.
Aunque planea quedarse algunos años en el extranjero para ganar experiencia y contactos, su meta es vincular proyectos internacionales con iniciativas locales y fomentar el desarrollo tecnológico en el país. No descarta, a futuro, iniciar un emprendimiento o cursar un doctorado, motivado por su interés en la enseñanza y la divulgación de la robótica.
Agradecido por la comunidad que halló en la universidad, Cristhian comparte un consejo para sus compañeros: “Definan lo que les apasiona y atrévanse a postular. Incluso si no son aceptados a la primera, cada intento es una experiencia valiosa”.
Antes de partir, Cristhian expresa su gratitud a su familia, en especial a su hermana y a su madre, quienes lo alentaron en los momentos de duda; a sus compañeros del equipo Chaska, tanto a los del Grupo de Robótica como los del rover, y a los docentes que lo guiaron durante su formación. “Si haces las cosas con humildad y honestidad, las oportunidades llegan. Lo importante es disfrutar el proceso y perseverar en lo que te apasiona”, culmina.