En un mundo cada vez más interconectado y multidisciplinario, la ciencia y el arte ya no caminan por sendas separadas. En el marco del Día Mundial del Teatro, desde la Facultad de Ciencias e Ingeniería (FCI) conversamos con los profesores Josué Castañeda y Adolfo Bustamante, docentes de la Especialidad de Teatro PUCP, para reflexionar sobre cómo la ingeniería puede vincularse con el arte escénico, y qué oportunidades existen para que nuestros estudiantes se involucren en estas experiencias transformadoras.
Si bien la relación entre el teatro y las ciencias e ingenierías puede parecer difusa, están mucho más relacionadas de lo que parece. En los últimos años, los montajes teatrales han incorporado una variedad de tecnologías que requieren tanto creatividad como precisión técnica. Hablamos de iluminación digital programada, sonido envolvente, sensores de movimiento, automatización escénica, proyecciones tipo mapping y estructuras robotizadas. Incluso se están explorando formatos de teatro inmersivo con realidad aumentada o inteligencia artificial.
“Hoy no podemos montar ciertas obras sin apoyo técnico especializado”, comenta Adolfo Bustamante. “El diseño de escenografía puede requerir motores, cálculos de carga, programación, sensores… Todo eso necesita ingenieros, o al menos estudiantes con curiosidad por cómo sus conocimientos pueden volverse materiales escénicos”.
Josué Castañeda añade: “Lo tecnológico no sustituye lo humano, lo potencia. Nos ayuda a intensificar la experiencia, a abrir nuevas posibilidades sensoriales y emocionales”. En ese sentido, el teatro se convierte en un terreno fértil para la colaboración interdisciplinaria. Ya no se trata solo de luces y telones: el escenario puede ser un espacio donde la ingeniería aporta soluciones creativas, y donde también se transforma. En nuestra universidad ya se están explorando cruces concretos entre arte y ciencia. Según los profesores, se han realizado montajes interdisciplinarios en los que estudiantes de diferentes carreras colaboran en el diseño de escenografía, iluminación, sonido y dispositivos interactivos. También se han impulsado proyectos escénicos que nacen desde una mirada de investigación artística, donde la tecnología es un componente más del lenguaje teatral.
Bustamante recuerda, por ejemplo, un montaje en el que se incorporó una tarima mecánica que rotaba durante la función, o estructuras móviles construidas en colaboración con especialistas. “Eso no lo puedes hacer sin alguien que sepa de diseño estructural, de automatización, de sistemas electrónicos”.
Además, hay una creciente intención de abrir estos espacios a más estudiantes fuera de la Facultad de Artes Escénicas. Desde talleres extracurriculares hasta proyectos en conjunto, la invitación es clara: cualquier estudiante, venga de donde venga, puede involucrarse y aportar en la creación de obras escénicas.
Más allá del aporte técnico, los profesores insisten en algo esencial: el teatro no es solo para artistas. Puede ser una experiencia formativa profunda para cualquier estudiante. “Un estudiante de ingeniería que entra a un taller de teatro no va a salir siendo actor, pero sí puede salir siendo un mejor comunicador, más consciente de su cuerpo, de su respiración, de su manera de estar con otros”, dice Castañeda.
Y es que en el teatro se desarrollan muchas de las llamadas habilidades blandas que el mundo laboral valora tanto: liderazgo, empatía, adaptabilidad, pensamiento crítico, manejo del estrés, trabajo en equipo. El teatro también te entrena para estar presente, algo escaso en un entorno dominado por pantallas y distracciones constantes.
“El teatro no solo es una técnica o una disciplina, es una forma de vivir, de ver el mundo”, afirma Castañeda. En su experiencia, el teatro tiene la capacidad de detener el tiempo, de permitirnos conectar con lo que somos, algo especialmente valioso en un contexto universitario donde al enfocarnos en la exigencia técnica, a veces dejamos de lado el ámbito artístico creativo. El teatro, para él, es también un espacio de transformación emocional y social, donde las personas aprenden a escuchar, a observar y a actuar desde una sensibilidad más consciente.
Para Adolfo Bustamante, además, el teatro es un laboratorio vivo. Uno que no necesita batas blancas ni tubos de ensayo, sino cuerpos, luces, sonidos y emociones. “Los procesos teatrales también son procesos de investigación”, señala. “Cada obra es un experimento. Cada ensayo es una hipótesis puesta a prueba con el cuerpo, con el espacio, con el tiempo”.
Desde la Facultad de Ciencias e Ingeniería queremos invitar a toda nuestra comunidad estudiantil a mirar el teatro con nuevos ojos. No se trata solo de actuar. Se trata de explorar. De encontrar nuevas formas de crear, de comunicar y de conectar. Descubrir cómo el conocimiento técnico puede servir para tocar emociones, contar historias y construir mundos.
El arte no es ajeno a la ingeniería. De hecho, puede ser parte esencial de tu formación como profesional y como persona. Puede ayudarte a desarrollar una sensibilidad distinta, a pensar de forma más integral, a colaborar con personas de otras disciplinas y a salir de tu zona de confort. Dentro de la Facultad de Artes Escénicas se está desarrollando el Grupo de Investigación-Creación Tecnologías en Escenas, espacio que explora nuevas tecnologías para implementarlas en las puestas en escena. Los estudiantes interesados pueden contactar con el Grupo de Investigación-Creación mediante el siguiente correo grupo.tecesc@pucp.edu.pe