Inventora con más de 110 patentes y pionera en competencias internacionales, nuestra ingeniera mecánica ha construido una trayectoria marcada por pasión, persistencia y la valentía para desafiar las barreras de género. Hoy, desde su nueva posición en Concytec, busca iluminar el camino de niñas, jóvenes e investigadoras peruanas en STEM
“¿Por qué sigues en Industrial si tienes alma de mecánica?”, fue una de las preguntas que perseguían a Ruth Manzanares Grados durante sus primeros años en nuestra Facultad. Sus profesores lo sabían. Su test vocacional de la academia también lo revelaba. Pero a principios de los 90, la presencia de mujeres en ingeniería mecánica era casi una fantasía.
Ruth todavía recuerda algunas voces que la trataron de desalentar: “¿Para qué estudias mecánica? Si tú no vas a salir a campo, porque eres mujer”, le repetían sin escrúpulos. Tuvieron que transcurrir ocho semestres para tomar la decisión que cambiaría su vida. Y la historia de generaciones de mujeres apasionadas por la ciencia como ella.
La regresaron hasta el tercer ciclo en Estudios Generales Ciencias, pero lejos de desanimarse, Ruth buscó nuevas oportunidades. Sabía lo que quería: diseñar, fabricar, investigar, crear; así que compaginó sus últimos años en la PUCP con estudios técnicos en Senati. Sabía que, en una carrera históricamente dominada por hombres, necesitaba, como mujer, remar hacia la excelencia para reclamar su voto.
Durante esta lucha como estudiante, Ruth recuerda con gratitud que, en nuestra universidad, los profesores Fernando Jiménez y Carlos Molina impulsaron su pasión por los motores. Con el primero, detalla, lideró un proyecto sin precedentes en nuestra universidad: “Con él, tuve la locura de hacer el primer vehículo tipo fórmula en PUCP, fui la jefa de ese equipo y lo hicimos contra todo, prácticamente sin presupuesto”, rememora.
Gracias a este proyecto, obtuvo la beca DAAD para realizar su tesis en la Universidad Técnica de Chemnitz de Alemania. De regreso en Perú, donde sustentó su grado, ganó dos becas para estudiar Ingeniería Automotriz en el Tecnológico de Monterrey, convirtiéndose en la primera peruana en hacerlo. “A mí pregúntame de autos”, asegura entre risas. No solo los estudia: los diseña, los fabrica, los maneja.
Su trayectoria académica y profesional la llevó a ser jefa del Laboratorio de Manufactura de Ingeniería Mecánica PUCP, docente en Diseño Industrial, profesora de pregrado y posgrado, e incluso estudiante en el MIT. La mecánica —para Ruth— no es una simple rama: es un ecosistema entero donde el diseño, la manufactura, los materiales y la energía dialogan sin pausa.
Fue así como descubrió y empezó su camino hacia las patentes. Ruth siente que llegaron tarde en su vida; así que, como docente, promueve la creatividad de sus estudiantes: “Creo que todos los universitarios, sin distinción, pueden inventar”, asegura. Este camino de mentoría le permite sumar más de 110 patentes.
Entre sus inventos destaca Titanum, un lapicero hecho de pacay que germina al desecharse, desarrollado junto con sus estudiantes y presentado en la Exposición Internacional de Invenciones de Mujeres de Corea 2020 (KIWIE), donde obtuvieron el segundo lugar mundial. Su simplicidad material contrasta con la ambición de repensar materiales, consumo y sostenibilidad.
Otro de sus proyectos emblemáticos fue Maqui Clean, un lavadero interactivo creado en plena pandemia para enseñar a los niños el lavado correcto de manos mediante burbujas, música y sensores de activación. El invento obtuvo la medalla de oro a la mejor invención mundial en KIWIE 2021. Y que ha abierto puertas a que más inventoras nacionales participen.
Aunque no es una patente, Ruth guarda especial cariño por el rover que, junto a sus alumnos de Diseño Industrial PUCP, ganó por primera vez una competencia de velocidad de la NASA en el 2018. Contra las mejores universidades de Europa y Estados Unidos, el vehículo llevado por piezas en sus maletas dejó el nombre del Perú en el pináculo de la ingeniería aeroespacial.
Detrás de cada logro, Ruth reconoce una constante: el trabajo colectivo. “Yo lo que hago es tomarte la mano para enseñarte a caminar, quizá a correr, y luego empujarte para que me superes”, afirma. Esa es su definición de docencia.
Su colección de trofeos y galardones ha permitido que Ruth fuese inmortalizada en el libro escolar “Aprendo en casa” —desarrollado durante la pandemia para todos los colegios públicos— donde fue nombrada como una inventora de excelencia en nuestro país. “¿Es real?”, fueron las palabras de asombro que le escribió una profesora cuando la buscó por Facebook para entrevistarla, como sugería una actividad del libro.
Niños desde Juliaca hasta Amazonas le escribieron por correo para conocerla. Un reconocimiento que Ruth toma como ejemplo cuando piensa en su nueva misión como presidenta del Comité Pro Mujer en Ciencia, Tecnología e Innovación de Concytec: visibilizar. Demostrar que no solo ella es real, sino que también muchas pares femeninas son destacadas profesionales y líderes innovadoras en el mundo STEM.
Conseguir que investigadoras, jóvenes universitarias y niñas que necesitan referentes para imaginarse en la ciencia no tengan que pensar únicamente en referentes extranjeras de hace décadas, sino también dar luz al talento nacional que combate bajo la sombra de los estereotipos de la sociedad.
Su periodo de trabajo será de dos años, el primero en tener esta duración. Y lo vive como un reconocimiento a todo lo construido, pero también como una herramienta para multiplicar el alcance de sus colegas. “Cerremos esta brecha enseñándoles que nosotras existimos y que podemos”, repite con emoción y convicción.
Ruth es ingeniera, inventora, docente e investigadora. Pero, sobre todo, es una mujer que decidió no aceptar los límites que otros le asignaron. Con carácter —como le enseñó su padre— ha sorteado desde “piedritas hasta piedrones”, como ella misma describe. Ahora, desde Concytec, busca que las niñas que vienen detrás encuentren no solo una “cuota”, sino oportunidades reales. Porque el esfuerzo de todas, insiste, solo tendrá sentido si abre la puerta para muchas más.