Más efectiva, de bajo costo y no invasiva para el paciente es la “máscara semirrígida de presoterapia con sensores de presión” que nuestros estudiantes Héctor Alegría y Jorge Luis Leiva han conseguido patentar como Modelo de Utilidad ante Indecopi por 10 años.
En menos de cinco años de haberse empezado a dictar la especialidad, Ingeniería Biomédica PUCP-UPCH ya obtuvo su primera patente gracias a la propuesta de los alumnos Jorge Luis Leiva y Héctor Alegría. Se trata de una máscara que, a través de un método de escaneo 3D, ayudará a cicatrizar quemaduras graves en pacientes que se encuentran en tratamientos de rehabilitación con un modelo digital y personalizado.
Héctor Alegría Córtez, de 20 años, se encuentra cursando entre el sexto y séptimo ciclo de la especialidad de Ingeniería Biomédica. Él siempre tuvo claro que quería seguir una carrera de ingeniería, pero no fue hasta que inició su proceso de postulación que se enteró de que, por primera vez, se dictaría de forma conjunta Ingeniería Biomédica. De manera casi casual, Héctor encontraría la gran pasión en la que acaba de hacer historia.
Jorge Luis Leiva García, por su parte, empezó su educación superior estudiando Farmacia antes de descubrir la Ingeniería Biomédica. Él siempre estuvo interesado en el campo de la salud, especialmente en lo que respecta al bienestar mental. Confiesa que él mismo sufrió de depresión, lo cual terminó siendo una motivación para escoger esta disciplina y, de esta forma, visibilizar y aportar en esta problemática que históricamente ha sido ignorada.
Tanto Héctor como Jorge Luis han buscado participar activamente en grupos de investigación. Alegría ha estado involucrado en el Grupo de Investigación en Robótica Aplicada y Biomecánica de nuestra universidad (GIRAB PUCP), además de contar con experiencia en el Instituto para el Desarrollo Infantil ARIE. Por su parte, Jorge Luis ha trabajado con el equipo de IEEE PUCP en proyectos de estimulación magnética TMS.
Ambos fueron compañeros de equipo en el curso Fundamentos de Biodiseño. Allí, dentro de las aulas, fue como nació su hoy patente de utilidad: la “máscara semirrígida de presoterapia con sensores de presión”. Héctor relata que la dinámica consistía en que los docentes presentaban una serie de problemáticas a los alumnos, quienes tenían el reto de profundizar sobre estos retos de la medicina, proponer una solución y materializarla.
Héctor nos explica que durante el proceso de rehabilitación de los pacientes con quemaduras faciales se les van formando cicatrices hipertróficas, que son aquellas que sobresalen al tejido de la piel. Añade que, en ciertos casos, ese tejido puede ocasionar distintos problemas como dificultad para la respiración, la masticación, así como la propia vista, sin contar el trauma que estéticamente generan al paciente este tipo de cicatrices.
Ante esta complicación, que conlleva a veces en otra cirugía, Alegría explica que existe el método de la presoterapia, el cual consiste en “aplicar prendas a cierta medida de presión por un tiempo determinado para evitar la formación de dichas cicatrices”. Ahora bien, a partir de la investigación previa que realizaron, descubrieron que para llevar a cabo este procedimiento, el paciente debe encontrarse sedado, y su efectividad no llega a ser plena.
“Usando los conocimientos previos de cursos como Diseño Industrial, donde trabajamos en la Sala VEO y nos capacitaron para empezar en el escaneo y la impresión 3D, se nos ocurrió como grupo: «¿Por qué no usar este método de escaneo y de impresión que en ningún momento requiere contacto para obtener la cara del paciente, en vez de hacer un molde sedando al paciente?»”, fue lo que se plantearon como equipo para su proyecto.
“Es un poco difícil medir una superficie como la cara que no es lisa, pues tiene demasiadas curvaturas. Entonces, nosotros colocamos sensores de presión que permiten, al momento de colocarle la máscara al paciente, medir exactamente la presión en distintos puntos de la cara para lograr una presión óptima y que las complicaciones se den en la menor cantidad de casos”, explica Héctor sobre la precisión y modelo personalizado de la máscara.
Al culminar el curso, Alegría cuenta que tanto ellos como los docentes quedaron satisfechos con el proyecto presentado, al grado de sugerir a los estudiantes continuar trabajando en el mismo y registrar su uso: “Pedimos los fondos a las universidades y, gracias a ellos principalmente, nos dieron la luz verde para proceder con las próximas mejoras al prototipo que teníamos para volverlo un prototipo funcional y entrar a un proceso de patentes”.
Fue en marzo de este año cuando, finalmente, consiguieron la patente de Modelo de Utilidad de Indecopi por un periodo de 10 años. Héctor explica que figuran en esta categoría, pues han agregado atributos al producto ya utilizado: “El tratamiento convencional ya emplea máscaras, por lo que nosotros hemos instaurado el protocolo de escaneo e impresión, así como el material y los sensores para una presión óptima”.
“Lo más difícil para nosotros fueron las pruebas del dispositivo, los ensayos y errores que hicimos para armar el prototipo. Tomó tiempo, pero Indecopi nos ayudó bastante en las charlas y en las capacitaciones”, relata Jorge Luis. Agradecen, además, el apoyo de Jean Pierre Tincopa y Andrés Rodríguez, docentes e investigadores de Ingeniería Biomédica por la UPCH; y Etsel Suárez, estudiante de la Maestría en Ingeniería Biomédica de la PUCP.
“Esta patente es un hito en la carrera de Ingeniería Biomédica PUCP-UPCH, ya que demuestra la capacidad de nuestros estudiantes para crear tecnología hecha en su totalidad en nuestro país. Al protegerla y patentarla, podemos divulgar las capacidades que tenemos para contribuir a la sociedad”, señaló para PuntoEdu el Dr. Benjamín Castañeda, coordinador de la especialidad, respecto al importante logro de nuestros estudiantes.
Tanto Leiva como Alegría coinciden en que sus expectativas dentro de la carrera han sido altamente superadas ciclo a ciclo. “Recibimos capacitaciones de Informática y Electrónica, lo cual nos motivó a seguir yendo al laboratorio a investigar. Nos condicionaron un espacio en la UPCH y en la PUCP también pudimos trabajar bastante en el laboratorio que está en Electrónica. Fue un gran alivio saber que había apoyo de la Facultad”, recuerda Jorge Luis.
“Es muy bueno reconocer cómo ambas universidades están trabajando juntas para la investigación. Con los conocimientos adquiridos en la PUCP en diseño, junto con los cursos de proyectos de la UPCH, conseguimos resultados interesantes. Es una formación bastante integral hacer que los alumnos reconozcamos las problemáticas, busquemos la literatura y vivamos todo ese proceso”, cuenta con emoción Héctor sobre su experiencia universitaria.
Ambos entienden que el camino de la investigación es la clave para seguir con éxito el lema que llevan muy marcado dentro de la especialidad: “Transformando la salud en el Perú”. Alegría siente que el compromiso por llevar a cabo este cambio está fuertemente interiorizado entre los estudiantes. La pasión por marcar la diferencia en la medicina dentro de nuestro país se ha convertido en una motivación capaz de vencer toda exigencia.
“Si nosotros, como estudiantes, con los pequeños proyectos que estamos haciendo, podemos hacer grandes cambios en el Perú, pues creo que como profesionales y trabajando de la mano con el Estado y las empresas, podríamos generar un impacto mucho mayor”, afirma Héctor. Nuestros alumnos están convencidos que esta patente es solamente el inicio de muchos aportes que seguirá brindando la especialidad de Ingeniería Biomédica.
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