El Dr. Dante Elías y el Ing. Corrado Daly no son solo profesionales comprometidos con su carrera, sino también entregados a su rol parental. En una sociedad donde históricamente los padres han tomado un rol secundario en la familia, los docentes de nuestra Facultad son testimonio de los nuevos rostros de la paternidad.
“No dejes de hacer lo que tu corazón sabe que debes de hacer”, fueron las palabras que quedaron grabadas para siempre en el Dr. Dante Elías cuando le comentó a una colega la decepción que sentía por haberse perdido de la primera actuación en el colegio de su hija mayor. Esa tarde, él tenía programada una sesión de Consejo de Facultad, una de sus obligaciones habituales. Asistió y cumplió con su asignación, como siempre lo había hecho desde que ingresó a trabajar a la PUCP en 1992. Sin embargo, en su interior se sintió conflictuado. Ese día, el Dr. Elías se dio cuenta que la mayor responsabilidad en su vida es la de ser padre.
Los estudios científicos sobre el impacto de la maternidad en las mujeres abundan, casi al grado de reducir el cuidado y la crianza a ellas. No obstante, hoy hay una nueva tendencia en la figura masculina y su rol como papá. En los últimos años, ya hay investigaciones que explican la influencia de la paternidad en el comportamiento de los hombres.
Un estudio de la Universidad de Tel Aviv publicado por la revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) hizo un seguimiento a 89 familias que acababan de tener un bebé, donde se distinguió a los padres que cumplían un rol activo en la crianza, a aquellos que compartían esa responsabilidad con su pareja, y también a quienes participaban secundariamente del cuidado de sus hijos.
Lo más llamativo del estudio fueron los resultados de los hombres que trabajaban a la par con su pareja en la crianza, y de los que participaban activamente en el cuidado de los niños. La investigación reveló que en ellos se activaban dos estructuras del cerebro: la que procesa emociones, observada en las mujeres; y la asociada a las relaciones sociales y de empatía, identificada en sus pares varones que cumplían un rol secundario.
Curiosamente, se percibió que cuanto más tiempo empleaba el padre en el cuidado directo del bebé, más intensa era la conexión entre ambas estructuras. Los autores concluyen que esa versatilidad en el cerebro permite a los padres que cuidan de sus niños integrar las redes emocionales y sociocognitivas, lo que les ayuda a estar atentos a las necesidades de sus hijos.
Esta investigación coincide con lo recogido por la Universidad de Emory sobre la relación entre la oxitocina y la paternidad: “Nuestros resultados se suman a la evidencia de que los padres, y no solo las madres, experimentan cambios hormonales que pueden facilitar el aumento de la empatía y la motivación para cuidar a sus hijos”, explica el director del laboratorio de neurociencia darwiniana de dicha casa de estudios, James Rilling.
Tiene un doctorado en Ciencias de la Ingeniería con mención en Diseño Mecánico Asistido por Computador por la PUC de Chile. Se licenció como Ingeniero Mecánico en la PUCP y lleva ya casi 30 años desempeñándose como profesor principal en su alma máter. Es coordinador del Grupo de Investigación en Biomecánica y Robótica Aplicada (GIRAB) y ha ganado premios nacionales en innovación e impacto social. Autor en revistas especializadas y eventos internacionales, también es revisor de artículos científicos para revistas y congresos, pero el Dr. Dante Elías Giordano sabe que su mayor responsabilidad es la que tiene en casa como esposo y padre.
El profesor Elías se crió en lo que considera una familia de clase media típica: mamá, papá y tres hijos. Vivían en una urbanización nueva junto a matrimonios jóvenes con niños pequeños, lo que le permitió tener su círculo de amigos del barrio. Su cuadra era una calle sin salida, así que la pista se volvió su zona de deportes y la berma central un campo deportivo. Anécdotas e historias sobre su infancia y adolescencia no podría terminar de contar.
Pero en sus relatos de juventud, tanto él como sus amigos recuerdan muy bien a su papá. Su progenitor era a quien siempre llamaban cuando cualquiera del grupo terminaba más mareado de lo habitual en las fiestas. Por teléfono fijo, le pedían que venga a recogerlos y dejarlos con cuidado y discreción en sus casas. Escuchaban caídas una vez que los chicos entraban a casa. Son memorias que nadie les hará olvidar jamás.
Su relación con su padre fue buena, a pesar de tener discrepancias. Él podía aceptar castigos que consideraba excesivos, pero cuando sentía que su padre estaba siendo injusto con su hermana, iba a la defensa. Su rol como hijo mayor puede que lo haya impulsado a siempre imaginarse formando su propio hogar. Pero también siente que sus abuelos maternos tuvieron una gran influencia por las diferentes ocasiones en las que pasó la noche con ellos. Cree que impactaron en su personalidad y valores adquiridos.
Aunque el profesor Elías fue papá por primera vez más cerca a la edad de 40 que los 30, no ha usado la diferencia de años para desentenderse de lo que gusta a sus hijos. Hay jergas y expresiones que no entiende, pero también comparte ritmos musicales con la mayor de sus hijas, y coincide en otros gustos con el segundo y la tercera. Siempre ha estado atento a sus responsabilidades escolares, aunque en la pandemia la carga ha aumentado más.
Su hijo que todavía está en la primaria le toca la puerta y le pide ayuda en sus tareas. Él tiene que ver la grabación de sus clases para poder seguir los procedimientos de la profesora y enseñarle de acuerdo a su nivel. El más pequeño es aún dócil y tierno para escuchar, pero ya con los mayores en edad de adolescencia, sabe que debe ser más directo en las explicaciones. Se adapta a cada etapa de los hijos. Y, en ocasiones, han acudido todos a terapia familiar para fortalecer la empatía y comprensión entre cada uno.
“Yo siempre supe que el día que me casara y formara una familia, sería una persona dedicada al hogar. Y eso que tengo un gran compromiso con mi trabajo, porque me gusta hacer bien las cosas. También soy muy amiguero por el ambiente en el que crecí, con ‘jaranas’ y fiestas hasta la madrugada, pero el estar allí para mi familia, eso es lo que me hace feliz”, resume con una sincera sonrisa en su rostro el Dr. Elías, quien es consciente de que el haber vivido en una época totalmente distinta a la de hoy no es un motivo para dejar de esforzarse por ser parte del cambio y darle un nuevo rostro a la paternidad.
Creciendo alrededor de una cultura tan diferente como la china, el Ing. Corrado Daly Scaletti aprendió valores y costumbres que le permitieron ser feliz a pesar de los momentos de adversidad que atravesó en su seno familiar. Él siempre tuvo claro que quería ser ingeniero. Dudaba entre la especialidad de Electrónica e Informática, pero estaba seguro que quería relacionarse con los números y las computadoras.
No tenía un plan de vida concreto al culminar su carrera: a pesar de que la mayoría de miembros en su familia se desempeñan como docentes universitarios, ellos trataban de disuadirlo de seguir ese camino: “Haz lo que sea, pero no seas profesor de universidad”. Él se imaginaba siguiendo su profesión en el exterior, pero una oportunidad de prácticas en la Universidad hizo que termine quedándose hasta el día de hoy en la PUCP.
“No es que no haya habido oportunidades para irme, pero el ambiente de la universidad me encanta, y no me imagino estando fuera de la universidad. Antes sí me imaginaba dentro de una empresa, ascendiendo y teniendo mi Tesla; pero ahora uno piensa más asentado en una vida tranquila, más familiar. Es importantísimo trabajar en un lugar que te permita equilibrar tu relación con la familia, y la PUCP te da eso”, cuenta el Ing. Daly.
No puede decir que siempre se proyectó como un padre dedicado, pero cuando tomó la decisión de formar una familia, su vida cambió de una manera que ninguna fórmula o algoritmo podría explicar. Sabía que tendría que dejar de lado las expediciones con amigos a lugares inhóspitos para probar nuevas tecnologías. Ya no puede pensar solo en él, sino en cómo sus acciones afectan a su familia. Y le gusta saber que tiene cómplices que le acompañarán en todo momento.
“Saber que tienes incondicionales, mi esposa y mi hija, es lo más satisfactorio. Siempre apoyan mis decisiones. Y son con quienes puedo tomar decisiones. Lo que más valoro es que no estoy solo cuando debo de tomar una decisión difícil”, reflexiona el profesor Daly. Considera que tiene una gran unión con su hija. Ella le cuenta sobre compañeros con problemas en casa, y agradece la suerte de contar con fuertes lazos familiares.
Aunque su padre era muy serio, siente que tuvieron una buena relación. Sabe que su época era muy distinta y estereotipada, donde el hombre no debía expresar sensibilidad ni ocuparse del hogar. Él, en cambio, disfruta cada diálogo con su hija y el fortalecer su confianza. No es raro que cocine en casa, y sus cómplices ya están disfrutando de la sazón de papá.
Como profesor tiene la oportunidad de compartir con sus estudiantes incluso más allá de lo académico. Ser padre le permite conocer mejor sus preocupaciones y lo que pasa por sus mentes. En época presencial, compartían fuera de las aulas sobre temas técnicos, pero también familiares. Su figura paternal no se limita a casa. El Ing. Daly es un rostro de la nueva paternidad.
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