Más de 350 mil personas en el mundo han fallecido víctimas del coronavirus Sars-Cov-2. El virus se ha propagado velozmente por todo el mundo impactando de diversas maneras en la vida de las personas y de las ciudades, pero aún no se explica por qué varían las tasas de hospitalizaciones, complicaciones y mortalidad de un lugar a otro. Para hallar una respuesta, investigadores de diferentes países han recogido evidencia de la relación entre la mala calidad del aire y la velocidad de propagación de la pandemia y su letalidad.
Estudios realizados por la Universidad de Harvard han hallado que la mala calidad del aire está asociado con un aumento del 8% de la tasa de mortalidad por esta enfermedad. Asimismo, en un estudio realizado al norte de Italia se ha encontrado que un aire altamente contaminado ha contribuido a la aceleración de la difusión del Covid-19 que ha causado altos niveles de letalidad.
Estudios previos a la pandemia realizados en China tienen evidencia que la concentración de patógenos en aire, es decir bacterias, virus, toxinas, etc., aumenta significativamente en días de alta contaminación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a la contaminación ambiental un tema de salud pública y estima que alrededor de 7 millones de personas fallecen por enfermedades causadas debido a la mala calidad del aire y aproximadamente el 91% vive en regiones que supera los límites de contaminación establecidos por la OMS. En el año 2018 Lima fue considerada como la segunda ciudad más contaminada en América Latina.
Los profesores de la Facultad de Ciencias e Ingeniería PUCP, Dr. Edwin Villanueva Talavera, MSc. Carlos Saito Villanueva, Ing. Mónica Abarca Abarca, se encuentran ejecutando el proyecto “Desarrollo de un sistema de monitoreo de calidad del aire en zonas urbanas con módulos de medición de bajo costo en tiempo real y técnicas de Inteligencia Artificial”, el cual ha creado una red de monitoreo para medir la calidad de aire de Lima Metropolitana, Miraflores y San Borja. Con el apoyo de qAira y las municipalidades de dichos distritos, vigilan la presencia de 5 gases contaminantes: monóxido de carbono (CO), dióxido de nitrógeno (NO2), dióxido de azufre (SO2), ozono (O3) y sulfuro de hidrógeno (H2S), además de material particulado (PM2.5, PM10) y variables meteorológicas como presión, temperatura, humedad, radiación UV y ruido. Toda la información es recogida en tiempo real por el monitor qHAWAX (guardián del aire en quechua) a través del software de monitoreo de calidad de aire (qAIRamap) que próximamente, con ayuda de modelos de Inteligencia Artificial desarrollados en el proyecto, tendrá la capacidad de inferir y pronosticar mapas de contaminación.
Desde el 2 de marzo, antes del inicio del aislamiento social, hasta el 26 de abril fecha en la que ya nos encontrábamos en aislamiento obligatorio, se ha detectado que particulado de polvo, del parque automotor y de las actividades industriales, han disminuido hasta en 60% durante la cuarentena en comparación con las primeras semanas de marzo. El monóxido de carbono, residuo del tránsito vehicular, ha decrecido hasta en 95% en las zonas monitoreadas. Sin embargo, los niveles de dióxido de nitrógeno y ozono se han reducido en menor porcentaje, y en algunos lugares se han mantenido debido a que posibles actividades económicos no respetaron las medidas de aislamiento. Los parámetros de dióxido de azufre y sulfuro de hidrógeno en su mayoría se redujeron hasta un 95%.
Los investigadores sostienen que los datos recogidos “nos muestran que el aislamiento social, que se dio por el COVID-19, ha generado un impacto positivo en la calidad del aire en Lima Metropolitana. La disminución de la contaminación ha sido significativa y sostenida en el tiempo, y pone en evidencia también la magnitud del impacto en la contaminación del aire que genera nuestro parque automotor junto con las actividades económicas y/o industriales que no cumplen con los estándares establecidos, hoy desactivadas por el aislamiento”.
Asimismo, señalaron que la actual pandemia ha mostrado muchos problemas, entre ellos, el de la contaminación del aire. “Este es un problema fundamental al que no le hemos prestado la debida importancia y que puede explicar parte de esta crisis”, explicaron. De otro lado, concluyeron que “ahora podemos entender que contaminar nuestro aire equivale a envenenar lentamente nuestro cuerpo, y cuando este es puesto a prueba con una infección como la actual, obtenemos una capacidad limitada para defenderse. Queremos llamar la atención para prepararnos a futuras epidemias, que con seguridad vendrán, y diseñar estrategias integrales, no solo basadas en términos socioeconómicos y de infraestructura sanitaria, sino además en términos de la salud ambiental, que es también parte de nuestra propia salud”.