Ing. Joel Fernández Espinoza, graduado de la especialidad de Ingeniería Civil, cruza a diario el tramo del puente del río Rímac para trasladarse de su casa a la PUCP. Durante estos viajes, observó el estado de erosión de la infraestructura civil y los peligros que conlleva para los pobladores. Movido por sus conocimientos en ingeniería y su sensibilidad para afrontar problemas, decidió hacer su tesis de licenciatura, con la asesoría del Ing. Ronald Gutiérrez, sobre el estado actual del tramo urbano del río Rímac y proponer soluciones para recuperar esta área.
¿Cuál es la importancia del río Rímac en la actualidad?
El río Rímac cruza la capital del Perú y provee el 60% del agua para el consumo humano e industrial. En tal virtud, representa una de las principales cuencas del país, por lo que existen algunos proyectos de restauración y conservación, especialmente, en el tramo urbano; lo que es esencial para el desarrollo del país.
¿Cuáles son los principales problemas que, hoy en día, existen y se deben afrontar rápidamente?
El principal problema que se tiene que controlar es el de la erosión, que pone en peligro la seguridad de las poblaciones que se asientan en las riberas y limita el funcionamiento de la infraestructura civil. Este proceso va creando una zanja en la base del talud, debilitándolo y ampliando su zona de falla. Este tipo de erosión es denominado como falla en voladizo o cantilever y se caracteriza por dejar grandes masas de tierra sin soporte, las cuales se van desprendiendo, progresivamente, en bloques cuando hay aumento de caudal, creando una zona crítica.
¿Por qué se encuentra en estas condiciones?
El río Rímac se clasifica como un río trenzado (braided), en donde el constante cambio de posición y forma son sus principales características. Al reducirse su ancho natural, se estarían restringiendo sus grados de libertad, en consecuencia, genera un aumento de las velocidades, incremento del efecto erosivo y en comprometimiento de la infraestructura.
¿Qué zonas críticas pudiste identificar?
El tramo de estudio comprende dos zonas marcadamente diferentes en el grado de atrincheramiento. Uno de estos, denominado como zona de atrincheramiento profundo (clasificación por Rosgen (1994)), constituye el área más crítica del estudio, pues presenta una configuración de riberas en forma de acantilados. Esta se extiende aguas abajo desde el Puente del Ejército hasta el Puente de la avenida Faucett, aproximadamente, que constituye el área más crítica.
¿Qué estructuras son las que corren más peligro?
A lo largo de la zona de estudio, se identificaron infraestructura vial y viviendas en peligro por los procesos erosivos que se están generando en los taludes del río Rímac. En épocas de incremento de avenidas (aumento de caudal), estas son seriamente dañadas, poniendo en riesgo la vida de muchos pobladores que habitan esta zona.
¿Hay población que corre riesgo?
Claro, no solo por los procesos erosivos, lo cual generaría una desestabilización del suelo; sino, también, por los problemas de inundación que puedan generar por influencia del Fenómeno El Niño, siendo las zonas más afectadas aguas arriba del Puente del Ejército, en donde la sección se caracteriza por presentar un atrincheramiento poco profundo, lo cual conllevaría a zonas propensas a inundación.
Finalmente, ¿qué recomendaciones darías para resolver este problema?
Se tiene que pensar en una solución sostenible en el tiempo, de nada vale tomar medidas para resolver un tipo del problema, cuando la causa es mucho mayor. Tiene que haber una confluencia entre la parte ingenieril, social y cultural, porque lo que se busca es mejorar la imagen de la ciudad de manera sostenible.
Luego de dar a conocer, detalladamente, los principales riesgos a los que se tiene expuesta a la población al no haber ninguna iniciativa para enfrentar la problemática, Joel Fernández Espinoza nos presentará, en la segunda parte de esta entrevista, su propuesta de restauración, con aplicaciones de bioingeniería, para el tramo urbano del río Rímac. ¡No se la pierdan!